Durante los últimos años, los servicios de contenido en streaming alcanzaron una popularidad avasalladora.
Antes no era muy difícil escoger qué plataforma era la más adecuada para ti (la principal competencia residía en Netflix y HBO). Sin embargo, recientemente la exclusividad de actores, la compra de licencias de obras y distribución de series o películas de otras empresas, han logrado una diversificación que favorece a cada una de las compañías, y que tiene de por medio al usuario y sus gustos.
Pero lo que moldeó la verdadera competencia es la creación de contenido original de cada una de estas compañías; contenido que no puede encontrarse en ninguna otra plataforma y que es detonante para decidir quedarte con un servicio u otro.
Series como House of Cards y Stranger Things para Netflix, Game of Thrones y Westworld para HBO, o Mr. Robot y Fleabag para Prime Video, han conseguido generar una base de seguidores que mes con mes pagan una suscripción para poder disfrutar de éstas y otras propuestas. Pero lo que ha logrado no sólo una clara atención, sino también una gran polémica, es la creación de obras cinematográficas originales destinadas a estrenarse en plataformas.
¿Las películas se ven mejor en la televisión o en el cine?
Todo comenzó en el 2017 con el estreno de la película Okja, dirigida por el cineasta coreano Bong Joon-Ho (a quien probablemente ya conozcas, pues ganó el Óscar a mejor película este año por Parasite); producida y distribuida por Netflix, compitió en la selección oficial de Cannes, el festival de cine más importante del mundo. La polémica se desató por la producción detrás del proyecto; de una plataforma on-demand que generaba contenidos principalmente para televisión, y que fue el medio por el cual Okja se distribuyó al público después del festival.
Para Cannes, el hecho de que una película en competencia se estrenara en televisión y no en salas de cine era una contradicción que iba completamente en contra del ideario tanto del festival como de quienes lo conformaban. Sin embargo, en ese entonces no había una regla que lo prohibiera explícitamente. Tanto la película como su director y actores fueron blanco de ataques por quienes no consideraban que era merecedora del premio, pero también defendida por quienes argumentaban que la forma de ver las películas no debía limitar su percepción ni su éxito.
Después de varios días de discusión con los medios y con los miembros y participantes del festival, se decidió que Okja sí podría ser contendiente a la famosa Palma de Oro, el premio más importante. Pero a partir de la siguiente edición se añadiría una nueva regla; cualquier película que no tuviera un estreno posterior en salas de cine de Francia no podría competir en la selección oficial por el premio.
La respuesta de Netflix
Como era de esperarse, esta nueva regla enojó a los ejecutivos detrás de Netflix; prácticamente ninguna de sus próximas cintas originales podría competir por un premio. Si esto sucedía con el festival más importante del mundo, habría que recurrir a nuevos espacios de reconocimiento para sus contenidos. Pero había algo que Netflix tomaba mucho en cuenta y a los festivales no contemplaban aún; Netflix estaba dispuesto a abrir las puertas a realizadores reconocidos (y no tanto) que deseaban financiar sus proyectos y no contaban con el presupuesto necesario.
Y su apuesta iba en grande: en el 2018 sorprendió a todos con la noticia de que sería ella la productora principal del nuevo proyecto del director mexicano Alfonso Cuarón, Roma. Debido a la nueva regla de exhibición, esta película no podría estrenarse en Cannes, por lo que tuvo su función inaugural en la Bienal de Venecia; se llevó el león de oro a mejor largometraje.
A partir de ese momento, Netflix supo que la mejor manera de atraer al público y a la crítica era ofrecer contenido generado por realizadores prometedores. Roma ya era prueba de ello, pero en 2019 sucedió algo que sacudió tanto a las productoras como al público; Martin Scorsese, quizás el director más respetado e importante de esta generación, realizaría una nueva película protagonizada por Robert de Niro, Joe Pesci y (por primera vez al mando del director), Al Pacino, titulada The Irishman; producida y estrenada por la plataforma en cuestión.
Aunque ambas cintas quedaron fuera de Cannes, lograron llegar hasta los Óscares nominadas a mejor película; poniendo a Netflix como una de las productoras más importantes actualmente, y convirtiéndose en una nueva oportunidad para cineastas de mostrar su trabajo al público.
La crisis del COVID-19 y el peligro de taquilla
Debido a la situación global a la que actualmente estamos sometidos; una época de confinamiento obligatorio y nuevas normalidades, inevitablemente todas las salas de cine alrededor del mundo tuvieron que cerrar sus puertas. Esto significó el retraso y, en algunos casos, la suspensión de los estrenos que se tenían planeados para este 2020 hasta la mitad del próximo año. No nos sería posible disfrutar pronto blockbusters como Wonder Woman 1984, Black Widow o No Time to Die. Pero también grabaciones de nuevos proyectos tuvieron que detenerse; producción de cintas y series tardará un buen rato en estabilizarse por completo.
Tenet, la nueva cinta de Christopher Nolan, trató de sobrellevar la situación estrenándose a pesar de todo en cines a principios de septiembre. El resultado fue una recaudación de 200 millones de dólares a nivel global desde el momento de su estreno. Una cifra no muy prometedora si consideramos que la media en películas de gran presupuesto debería ser por lo menos de 400 millones.
Si esto ocurre con películas grandes, ¿qué pasa con el cine de menor presupuesto? La respuesta la podemos encontrar precisamente en las plataformas on-demand. Películas como I’m Thinking of Ending Things, del cineasta Charlie Kaufman, o Palm Springs, de Max Barbakow han llegado directamente a Netflix y Hulu; convirtiéndose en tendencia para todos quienes cuentan con una suscripción, y aprovechando esta oportunidad para ser vistas por el público que ahora debe permanecer en casa
¿Cuál es el futuro del cine independiente?
Si antes las películas hechas con presupuestos más ajustados veían en los festivales un nicho para poder presentarse y llegar a un público más amplio; el hecho de que ahora tengan que trasladarse a plataformas de streaming como Netflix, que limita la posibilidad de exhibir estas cintas en los cines, ha representado un dilema tanto para los productores como para los propios realizadores.
Estos deben decidir si quieren ver sus obras proyectadas en una gran pantalla y así poder llegar a competencias internacionales; o llevarlas directo a plataformas, en las que tal vez puedan alcanzar a más gente, pero sacrificando su oportunidad en cines y en festivales.
Al respecto, el cineasta y actor Ben Affleck ya manifestó su preocupación por el futuro de este tipo de cine:
“creo que va a ser muy, muy difícil para los dramas y películas de presupuesto medio obtener distribución en cines. Verán películas muy masivas que se distribuyen a gran escala o películas pequeñas con estrenos de poco prestigio en algunos cines, pero que se exhibirán principalmente en plataformas de streaming”.
Con los festivales de cine adaptándose también a la nueva normalidad, el futuro del cine independiente después del COVID-19 será motivo de numerosas discusiones y preguntas por parte de los medios y el público. Pero también puede representar una oportunidad más grande para voltear a ver a las productoras que confían en proyectos nuevos y con ideas que difícilmente podemos en ver en el cine más comercial. Será un tiempo de luchar por difusión y por mantenerse a flote, pero también una reflexión para nosotros como público; repensar los contenidos que consumimos.
¿Cuál ha sido tu película favorita en lo que va del año?, ¿tienes algún director o directora no muy conocido que sea tu favorito? Compártenos tus comentarios en redes sociales y nos leemos en la próxima.