Sentir miedo

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Es de esperar una sensación generalizada de miedo ante estos tiempos que vivimos. Pues quién de nosotros imaginó vivir una Pandemia. Este miedo se observa en el modo de relacionarnos con los demás habitantes del espacio urbano. Ahora el lugar más seguro es nuestra casa, pero, necesitamos seguir habitando la calle. Ya sea por trabajo, ya sea por realizar compras necesarias (como comida) o bien, porque habrá que caminar y desentumir el cuerpo. Pues no todos tienen en casa el espacio propicio.

Caminando por la calle, cambio de acera al ver que el otro viene por la misma. Lo hago más por comodidad de la otra persona que por la mía. Para hacerle respetar su sana distancia. ¿Pero nos estamos distanciando del otro? ¿Y qué implica?

Ahora existe un descontrol de nuestros movimientos en relación a los espacios públicos y privados al hacer uso de la ciudad, pues el otro podría enfermarnos. Sin embargo, el tema del miedo, producido por enfermarnos o enfermar a un ser querido, no atemoriza a todos por igual ni los concierne de la misma manera. Se nota cuando miras a más de alguna persona no llevando las medidas sanitarias recomendadas. ¿No tiene miedo o qué?

Si los parques con sus cuadras, es el espacio de todos para ser usado a voluntad de todos, pues las calles son nuestras, de los habitantes, habrá que poner atención a lo que estamos sintiendo por el otro, el ajeno, el que podría tener COVID. Los hábitos o prácticas de la vida cotidiana en el espacio público en torno a la enfermedad, a la dificultad de entablar un simple “buenos días”, al sentimiento de desesperanza, y creer que podemos ser una víctima en potencia. Todo sumado a inestabilidad de no saber qué puede pasarnos cuando damos un paseo cotidiano, pensar que puede sucedernos algo malo, pensar lo peor y sentirnos culpables por salir a respirar el aire.

Pero no olvides que nuestras vidas están profundamente ligadas al otro, aunque sea un desconocido. Vivimos en un sistema donde funcionamos a través de las relaciones sociales. Esas que por ahora están prohibidas.

¿Debo sentir miedo?

Es normal sentir miedo. De hecho, necesitarías ser un iluminado o un meditador estrella, para ser inmutable y no tener esa sensación. Hoy, además de los miedos que ya teníamos, hay miedo al sistema de salud, miedo de enfermarme, miedo de enfermar a alguien más, miedo a que la economía caiga, miedo a perder la estabilidad.

“El miedo como concepto es la perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea” De acuerdo a Pierre Mannoni, el miedo es un sentimiento que nace de la percepción de una amenaza real o imaginaria.

El proceso de tener miedo no está aislado. La experiencia va de la mano con lo que los noticieros informan, con las estadísticas de muertos, con la anécdota de nuestra persona cercana que tuvo o conoce a alguien que tiene COVID. Incluso si nuestra experiencia directa puede ser poca o nula, esa combinación de noticias-experiencias (directas o indirectas) intensifica nuestra sensación de miedo aquí y ahora y en el futuro.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) “La pandemia está provocando un incremento de la demanda de servicios de salud mental. El duelo, el ‎aislamiento, la pérdida de ingresos y el miedo están generando o agravando trastornos de salud mental. ‎Muchas personas han aumentado su consumo de alcohol o drogas y sufren crecientes problemas de insomnio ‎y ansiedad”.

Recomendaciones

Ante el incremento de problemas relacionados con la Salud Mental debido a la Pandemia COVID-19, la OMS desplegó una campaña que puedes consultar completa aquí: #SanosEnCasa – Salud mental. Yo rescato sólo algunas de las recomendaciones.

  • Manténgase informado. Escuchar recomendaciones de las autoridades  a través de fuentes informativas fiables.
  • Siga una rutina. 
    • Levántese y acuéstese todos los días a una hora similar.
    • No descuide su higiene personal.
    • Tome comidas saludables en horarios fijos.
    • Haga ejercicio de forma habitual.
    • Establezca horarios para trabajar y para descansar.
    • Reserve tiempo para hacer cosas que le gusten.
  • Reduzca la exposición a noticias.  Limitar la frecuencia con la que ve, lee o escucha noticias que le causen preocupación o tensión.
  • El contacto social es importante. Mantenga un contacto regular con las personas próximas por teléfono o internet.
  • Evite el alcohol y las drogas. Limite el consumo de bebidas alcohólicas o evítelas por completo. Evite utilizar el alcohol y las drogas para enfrentarse al miedo, la ansiedad, el aburrimiento o el aislamiento social. 
  • Controle el tiempo de pantalla. Sea consciente del tiempo que pasa cada día delante de una pantalla.

La presencia del miedo

Generalmente el mundo suele tener un orden y una congruencia (de no ser así, habrá que buscarlos porque perderemos el equilibrio). Luego vienen etapas en las que no. A todos nos ha cambiado la vida el tema Pandemia.

Qué nos queda entonces, ¿asumirlo y cambiar la manera de vivir y actuar dentro del mundo?

En una sociedad siempre aparece el miedo, pero este puede ser cercano o lejano. El hombre a lo largo de su vida sentirá miedo como emoción, pero esa emoción no es necesariamente perdurable o que esto obstaculice llevar a cabo con normalidad una vida cotidiana. Pierre Mannoni, en su libro “El miedo”, considera que el miedo aparece ya sea de manera discreta o acosadora y que éste “puede convertirse en epidémico y alcanzar su máxima irradiación y penetrar entonces en el conjunto del cuerpo social, donde es capaz de llegar a provocar el vértigo de un grupo o del pueblo entero”.

El miedo no es un fenómeno que se agote. Pero sí que se reduce de acuerdo con la forma en la que lo afrontamos o la etapa de equilibro que vivimos en nuestro contexto histórico, social y espacial. Por eso es tan importante no perder el orden y la congruencia.

El mundo ya preexiste antes que nosotros, el mundo continuará después de nuestra muerte. Hagamos lo mejor que podamos para hacerlo un lugar mejor. Seamos valientes. El miedo paraliza y permanecerá en nuestra realidad si lo dejamos. Pero ahora que lo sabemos, ¿por qué lo dejaríamos?

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