Imaginemos que un viernes por la tarde, justo antes de salir del trabajo, se nos pide resolver dos situaciones que requieren el uso de nuestro pensamiento creativo. Y podemos alternar entre las siguientes opciones:
- Dedicar una mitad del tiempo en resolver un problema, y la otra mitad e el problema restante.
- Alternan entre ambos problemas con un intervalo predeterminado y regular. Es decir, medido.
- Salta de uno a otro según a nuestro criterio.
Estas fueron las preguntas que les plantearon a un conjunto de personas La Harvard Business Review. Donde cientos de personas eligieron la tercera opción. Puede que se deba a la gran flexibilidad y autonomía que ofrece a las personas para la resolución de los problemas. Alternando libremente entre uno y otro.
Sin embargo, si el objetivo es usar nuestro pensamiento creativo, esta opción, podría no ser la óptima. En su lugar, la más adecuada sería la segunda. Permitiendo a las personas un límite de tiempo fijo para alternar ente uno y otro. Obteniendo mejores resultados.
¿Por qué alternar libremente nuestro tiempo no detona nuestro pensamiento creativo?
Esto debe porque, al intentar resolver un problema que requiere nuestro pensamiento creativo, casi sin darnos cuenta, nos conducimos a un callejón sin salida. Vagando con las mismas ideas una y otra vez sin darnos la oportunidad siquiera, de identificar cuando es el momento para continuar.
Por ello, al alternar entre distintas tareas con un intervalo de tiempo definido, ayuda a que nuestro pensamiento creativo se restablezca. Permitiéndonos abordar las problemáticas desde distintos ángulos que no habíamos contemplado.
Estudios que lo respondan
En un primer experimento, asignaron de forma aleatoria a los participantes una de los tres enfoques propuestos. Los participantes que recibieron la instrucción de cambiar continuamente entre los dos problemas en un intervalo fijo, obtuvieron de forma significativa más probabilidades de encontrar la respuesta correcta a ambos problemas. En comparación de los participantes que eligieron las dos opciones restantes.
Un segundo experimento, que se centró en la ideación creativa, los problemas planteados no tenían respuestas correctas. En esta ocasión el objetivo era determinar si los beneficios de alejarse de un problema a intervalos regulares, eran transferidos a otros tipos de problemas que justificaban el pensamiento creativo. Como, por ejemplo, la lluvia de ideas.
La dinámica fue similar a la anterior, asignar aleatoriamente uno de los tres enfoques a los participantes. Y tal como paso en el anterior, encontraron que los participantes que recibieron la instrucción de cambiar de ideas en un intervalo fijo, generaron ideas más novedosas.
En conclusión, podemos decir que el problema con las dos opciones restantes, es el hecho de que las personas no reconocen cuando se colocan el pensamiento rígido. Donde los participantes escribían nuevas ideas, muy similares a las escritas anteriormente. Aunque sentían tener buena racha, lo cierto es que, sin descansos fijos al intercambiar de problemas, su progreso real, ente era limitado.