El aula invertida como modelo pedagógico emergente

El aula invertida, también conocida por su nombre en inglés: flipped classroom, es un modelo reciente de enseñanza-aprendizaje. Pretende la innovación a partir de una estructura inversa, en donde las actividades teóricas que solían realizarse dentro del aula son desplazadas al tiempo fuera de clase e intercambiadas por momentos destinados a la puesta en práctica. De este modo se busca promover las habilidades de investigación y autonomía para el aprendizaje de los estudiantes. El resultado es, además, un espacio dentro del salón de clases en el que se prioriza la interacción y el trabajo colaborativo.

Pero, ¿cómo se desarrolla el aula invertida en un contexto real? A continuación se presentan algunas de las estrategias que dan forma al modelo, seguidas de posibles ventajas y resultados del mismo:

Estrategias del aula invertida

En este enfoque, la búsqueda y transmisión de información, así como la instrucción directa, se realizan fuera del tiempo presencial. De manera previa al trabajo en clase, es tarea de los estudiantes interactuar con distintos recursos de aprendizaje. Estos recursos pueden ser proporcionados por el docente o encontrados por los mismos estudiantes. Ken Bauer, profesor de tiempo completo del Tecnológico de Monterrey, aborda la temática en una entrevista realizada en 2020 por Rubí Román, periodista para el Observatorio de Innovación Educativa de esta misma institución.

Bauer asegura que en el aula invertida es posible utilizar cualquier material siempre y cuando se maneje con una intención pedagógica definida. Entre los ejemplos que destaca están videos, artículos web, artículos de periódico, podcasts y capítulos de libros. Una vez que los estudiantes han revisado los aspectos teóricos, el docente es responsable de valorar la comprensión del material y apoyar en la resolución de dudas a medida que se desarrolla el trabajo práctico.

Una aclaración importante que hace Bauer es que el material debe revisarse desde una visión crítica. La lectura o visualización es útil sólo cuando se comprende, reflexiona y conecta con aprendizajes previos.

Ventajas del modelo

El portal educativo Universia, a través de un artículo publicado en 2015, establece 12 ventajas del modelo de aula invertida. Destacan las siguientes:

  • Personalización del proceso: Ya que las explicaciones teóricas no suceden en el aula, es posible invertir más tiempo en apoyar a cada estudiante de manera individual. Esta atención puede ser también un factor importante en su motivación.
  • Aprendizaje autónomo: Una parte significativa de la responsabilidad es transferida del docente al estudiante. El maestro se convierte en una guía, lo que convierte al alumno en el protagonista de su propio aprendizaje. Esto fomenta habilidades y valores como la autonomía, la búsqueda y manejo de información, el pensamiento crítico y la iniciativa por aprender.
  • Interacción social: El salón de clase se convierte en un espacio para compartir aprendizajes, además de que los problemas se resuelven en conjunto. El estudiante se desarrolla no solamente a través de sus logros personales, sino mediante el cumplimiento de objetivos grupales.

Por su parte, María Vidal, Natacha Rivera, Nidia Nolla, Ileana Morales y María Vialart, un grupo de investigadoras de la Escuela Nacional de Salud Pública en La Habana, Cuba, reflexionan al respecto en un artículo publicado en 2016. Las autoras indican que el aula invertida permite integrar al currículo el desarrollo de habilidades tecnológicas y la adquisición independiente de conocimientos. Enfatizan que, a diferencia de lo que pudiera creerse, en este modelo la tecnología no sustituye al docente, ya que en él sigue recayendo la importante tarea de guiar la ejecución del trabajo.

Investigación sobre el aula invertida

Por otro lado, Marta Ferrero, profesora adscrita a la Universidad Complutense de Madrid, publicó en 2020 un artículo en donde compara distintos resultados de investigación sobre el aula invertida. La autora resalta que el modelo surgió por primera vez en el 2000, pero tuvieron que pasar 10 años para que comenzara la investigación al respecto. Sin embargo, los estudios siguen siendo escasos y, en su mayoría, centrados en un sólo tipo de alumnos: universitarios.

De manera general, los datos arrojan que el modelo no funciona con igual eficacia en todas las asignaturas. Los resultados han sido más positivos en asignaturas orientadas a la subjetividad y la reflexión, como las artes y las humanidades. En contraparte, las asignaturas que por naturaleza ya requieren de muchas aplicaciones prácticas pueden caer en el exceso ante la exigencia del modelo. Además, el aula invertida ha demostrado ser más efectiva entre más breve sea su duración total.

Ferrero concluye indicando que se trata de un enfoque todavía muy reciente, sobre el cual aún no es posible formular posturas concretas. Recomienda valorar el tiempo y recursos con los que se dispone, así como las características del grupo y de la asignatura con los que se trabaja, para decidir si sería viable enseñar bajo este modelo.

Conclusiones

Mientras que el aula invertida supone una transformación del modelo tradicional de enseñanza, esto no lo convierte en una forma de trabajo automáticamente mejor para cada situación. Cada grupo de aprendizaje es un ente vivo, con virtudes y áreas de oportunidad únicas, por lo que debe guiarse en concordancia con sus particularidades.

Las estrategias aquí presentadas son posibilidades que deberán adecuarse a cada contexto para ser efectivas. También es importante considerar que el aula invertida es solamente uno de muchos modelos disponibles, los cuales incluso pueden fusionarse para dar lugar a formas cada vez más personalizadas de enseñanza. Una de las grandes tareas del docente es regular el espacio de interacción entre los estudiantes, los materiales, el contenido y la forma de trabajo.

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Docente de lengua y literatura. Apasionado por la educación, la lingüística y la investigación.