Cuando te pronuncias feminista, estas preguntas nos las hacen constantemente.
Y aunque no es nuestra labor “evangelizar” acerca del tema, ni brindar educación de género, puesto que le toca a cada uno encontrar sus propias creencias, creo que lo siguiente puede servir de manera simple para esas preguntas que tanto nos hacen y que al parecer no “googlean”.
¿Las mujeres están en contra de los hombres?
El feminismo no divide al mundo entre hombres y mujeres. Marca las diferencias desiguales que existen entre ambos. Es una toma de conciencia por parte de las mujeres, en el que sabemos que tenemos derechos y oportunidades diferentes a las de ellos. Y por justicia social, pedimos tenerlos en las mismas condiciones.
¿El feminismo es machismo al revés?
Las mujeres somos mujeres y ya. Es a través de la cultura y educación recibida en un país con cifras dolosamente machistas, que nos damos cuenta que llevamos las de perder.
Y a pesar de tener la posibilidad teórica del mismo acceso a la escuela, salud, trabajo, vivienda, etc., pues tenemos las mismas capacidades y talentos que ellos, nos cuesta más trabajo debido al machismo. Como feministas buscamos cambiar esta situación. Cambiarlo para llegar a la igualdad de género y no a la superioridad de género.
- El machismo es las creencias y actitudes, ejercidas tanto por hombres como mujeres, en donde el hombre es por naturaleza superior a la mujer.
- El feminismo es la búsqueda de la igualdad de derechos y oportunidades (no físicas, ni biológicas, no insistan con ello nunca más por favor) entre hombres y mujeres.
Como pueden ver dos términos opuestos, por definición propia.
¿Equidad o igualdad de género?
De acuerdo con ONU Mujeres a través de La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), “equidad” e “igualdad” no son sinónimas ni intercambiables, por lo que es de suma relevancia no tener confusión conceptual, definiendo así:
Equidad
Es un principio ético-normativo asociado a la idea de justicia; bajo la idea de equidad se trata de cubrir las necesidades e intereses de personas que son diferentes, especialmente de aquellas que están en desventaja, en función de la idea de justicia que se tenga y haya sido socialmente adoptada.
Igualdad
Es un derecho humano protegido por distintos instrumentos nacionales e internacionales en materia de derechos humanos. Además, tal como está expresado en la CEDAW, la igualdad va de la mano con el principio de la no discriminación, y en este sentido, la igualdad sólo será posible en la medida en que se erradique la discriminación contra las mujeres.
Por lo tanto, se evita la palabra “equidad” para referirnos a la igualdad de derechos y de condiciones entre hombres y mujeres. Debido a que la igualdad se refiere a modificar las circunstancias de desigualdad y la equidad implica, con sus debidos matices, prolongar ciertas circunstancias ya existentes. Debido a que se refiere a darle a cada género “lo que necesita para su desarrollo”.
Sin embargo, lo que se busca es la igualdad de derechos, condiciones, acceso a los mismos recursos económicos, de propiedad, bienes, ingresos, etc. En otras palabras, la equidad debido a condiciones de desigualdad, son los medios, pero la igualdad es la finalidad. Se trabaja por la Igualdad de Género, por medio de una Cultura de la Equidad. No al revés.
Debido a que es un término que puede confundir, y efectivamente, al darle a cada quien sólo “lo que necesita” se puede caer en discriminación de género, o en asuntos de índole ético y social. Por ejemplo, creer que las mujeres son quienes siempre se quedarán en casa para cuidar a sus hijos y entonces por equidad, los hombres deberían recibir un mayor sueldo, pues serían ellos quienes harían el aporte económico en casa.
Finalmente, la CEDAW ha exhortado a utilizar exclusivamente los conceptos de igualdad entre las mujeres y los hombres o la igualdad entre los géneros y no el concepto de equidad entre los géneros.
En resumen, no queremos equidad, queremos igualdad.
¿El lenguaje incluyente es X y @?
Un ejemplo muy claro de cómo algo es teoría, pero no práctica, es cuando quedamos invisibilizadas bajo lo masculino como genérico. A los hombres les suena raro, porque no les pasa en su día a día, todos los días, (otra razón más para la pregunta que viene). Pero imagínense romperse la cabeza, quitarse las pestañas, perder las cejas, desvelarse durante cuatro años y que tu título salga como “Licenciado”. Es un ejemplo real y mío. Legalmente yo soy “Licenciado y no Licenciada”.
Y sí, estoy enojada (no enojado) por ello.
Veamos, nombrar a las mujeres “es un acto de justicia, de respeto y reconocimiento pleno de sus derechos de ciudadanía. Un discurso que refiere o reconoce a mujeres y varones, avanza en la búsqueda de la igualdad y debe instaurarse en todos los ámbitos de la vida social”, Guichard Bello.
La lengua española no ha permanecido inmutable ni intacta a través de los años. Sus hablantes la modifican de acuerdo a sus necesidades evolutivas de comunicación. Nombrar a las mujeres no es sólo poner un arroba o una equis. Organizaciones de reglas gramaticales de reconocido prestigio como la Real Academia de la Lengua Española (RAE), por ahora rechaza la utilización del lenguaje incluyente debido a lo que ellos llaman “economía del lenguaje” pero es muy importante tener presente que las reglas gramaticales las hacemos sus hablantes y no las instituciones.
Las lengua está en constante cambio y si decidiéramos usar y adoptar nuevas palabras y/o cambiar otras, estas se modificarían con el tiempo y entrarían en uso.
Las generaciones futuras olvidarían que en este presente el masculino es el genérico, así como nosotros olvidamos, por ejemplo, que en el pasado, se utilizaba la “F” y no la “H”, pues lo correcto era decir “fermosa” y no “hermosa”. ¿Una locura, no?
Por último, no se trata de poner una equis y un arroba, hay otras maneras de nombrar a las mujeres y existen Manuales de Comunicación No Sexista, de libre consulta para “romper” las reglas gramaticales que invisibilizan a las mujeres.
¿Hay hombres feministas?
A título personal, los hombres pueden adherirse al movimiento. Creer en él y apoyar desde sus espacios, pero no, no pueden ser feministas. Lo que buscamos las mujeres es igualdad, visibilidad, reconocimiento, tener voz propia en todos los ámbitos. Por lo que es un movimiento de nosotras, desde nosotras.
Si un hombre fuera feminista significaría que la causa no tendría sentido. Pues son los hombres la parte activa del problema, la parte privilegiada.
Las mujeres buscamos la igualdad de género porque esta aún no existe. Si el movimiento fuera de hombres y mujeres buscando la igualdad, ¿la igualdad a quién? Esto implicaría que no hay un sujeto “luchando” o que el feminismo ya consiguió sus consignas, siendo así, el feminismo no tendría objeto.
Y no es que los hombres no puedan hacer nada por las feministas, pueden hacer y mucho. Pueden cuestionar sus privilegios, debatir (no con las mujeres, con los hombres) sus puntos de vista, sus creencias más arraigadas en cuanto al tema, sobre la masculinidad, la paternidad, etc., pueden lo que se conoce como “deconstruirse”. Hay un montón de grupos para ello.
Pueden educarse por sí solos en género. Es, para mí, más que un principio social o cultural, un principio ético. Es decir, es de “buenas personas” conocer de un tema, antes de opinar y no se diga de estar en contra.
Y no sean flojos, no les pregunten a sus amigas feministas, que seguramente están cansadas de explicar y responder lo que nos tocaría saber a todos.
“Me parece que el feminismo es emancipatorio tanto para los hombres como para las mujeres en la medida en que te permite leer mejor los principios en los que has sido educado y elegir otros si es el caso” Andrés Neuman.