No sabía que tenía ansiedad

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Desde mis primeros recuerdos soy una persona intranquila, quizás hiperactiva. Pensaba por horas, mentira, por meses, un mismo tema. Las personas, las situaciones y las cosas me llegaron a obsesionar hasta el punto de no hacer nada; no tomar ese trabajo, no aceptar esa cita, no cambiarme de casa, no escribir ese libro. Yo creí que era indecisión. Pero la diferencia es que no las hacia no por falta de disciplina, sino de tanto hacerlas en la mente. De tanto pensar en cada una de las posibilidades que cada decisión representa, los caminos que se abren, las bifurcaciones del destino. Luego me enteré de que eso es un síntoma de ansiedad.

Una de las cosas más comunes en mí, hasta hace 2 o 3 años, (¡2 o 3 años de una vida de 30!) era decir que dormía mal, que tenía el sueño ligero, que padecía constantemente de insomnio. Mi cuerpo se sentía cansado pero mi mente jamás paraba. Otro síntoma de ansiedad.

Luego taquicardia y presión en el pecho. El vapor del agua caliente durante el baño en lugar de relajarme, más de una vez me impidieron respirar, sintiendo ahí mis primeros “ataques de ansiedad”. También creí que era normal. Normalizaba eso, porque ignoraba cómo era vivir con una mente tranquila.

Es impresionante saberlo ahora, descubrirlo después de tanto tiempo. Hemos utilizado tanto la palabra “ansiedad” para cualquier trámite, jugamos tanto con el termino en redes sociales, que de verdad, lleva su tiempo saber que sí y que no es la ansiedad.

¿Qué es?

La ansiedad es una respuesta de anticipación involuntaria del organismo frente a estímulos que pueden ser externos o internos, tales como pensamientos, ideas, imágenes, etc., que son percibidos por el individuo como amenazantes o peligrosos”.

Es decir, se trata de un estado de alerta donde consideramos amenazante nuestro presente y nuestro futuro. Su función es mantenernos alertas ante el peligro para que nuestro cuerpo pueda actuar en determinada situación, y bajo esa circunstancia se considera normal. ¿Pero qué pasa cuando ese peligro está sólo en nuestra mente? Como lo dice su definición se trata de una anticipación. ¿A qué?

¿Qué la genera?

De acuerdo con la Web Medica Acreditada “Clínica de Ansiedad”, tenemos factores predisposicionales que son:

Biológicos:  Podemos estar genéticamente predispuestos a la ansiedad.

De personalidad: Tiene que ver con nuestro estilo de vida. La forma en que afrontamos lo que nos pasa, como por ejemplo, ser una persona “multitasking”, no hacer ejercicio, abusar del alcohol, etc.  

Ambientales: Contexto y apoyos sociales. Dónde vivimos y con quién. Si tenemos un grupo de amigos y familia que nos aman, etc.

Fuente: https://twitter.com/alfonso_casas_/status/1347252531324477441/photo/1

¿Qué hago?

Lo primero, reconócelo. Somos millones. Aceptar un problema siempre es el primero de los pasos. Inicié compartiendo mi historia de no que me había dado cuenta, hasta que me di cuenta, porque creo que es común que por el mundo en el que vivimos, donde según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) los países sólo destinan el 2% a la Salud Mental, aprendemos a vivir con problemas de este y otros tipos y nos cuesta trabajo reconocerlo. Recuerdo intercambiar con mis amigos anécdotas sobre ataques de ansiedad como si nada. A todos nos había pasado alguna vez.

Lo segundo, descubre según tu personalidad, biología y ambiente, qué te hace estar mejor. Lo importante es hacer algo ante un problema que no es real, pues está anticipado. Quizás para ti te funcione la terapia psicológica y eso está de lujo. Yo te doy los siguientes consejos a título personal:

No te compares

Siempre habrá personas más altas, más fuertes, más atractivas, más inteligentes y con más dinero que nosotros. O cualquier tipo de características que veas en otras personas que a ti te hagan sentir menos. Esas personas tienen su propio camino y recorrido, misión, propósitos y metas. Sé que es difícil, pero cuando dejes de hacerlo, te darás cuenta de lo mucho que sin querer, te comparabas con el otro. Sólo deja de hacerlo. Para ya.

Busca tu chispa

Haciendo alusión a la película Soul, tu chispa es lo que te hace ser en tu día a día. No tu título universitario, ni tu trabajo. Para mí, eres tu pasión, pero sólo tú sabes quién eres. Si vives buscando la aprobación de las personas y te encasillas en lo que es el éxito para alguien más, no te sentirás realizado y la ansiedad por quién eres, aumentará.

En la película uno de los personajes relata como un pez estaba buscando el océano y otro pez le dice: “pero si estás en el océano”, a lo que el pez buscador responde: “¿Aquí? No, esto es agua. Yo lo que busco es el océano”.

Aquí, ahora. Estamos en donde tenemos que estar. Paz a eso. Disfrutemos el momento y sí, trabajemos nuestros sueños, pero desde la alegría del hoy, no desde la angustiante expectativa del mañana.

Calma la mente

“No soy el cuerpo; tampoco soy la mente” es un mantra meditativo que acuñó el Yoga Kriya y que me he repetido las veces que lo he considerado necesario. Es decir, todas aquellas en la mente se inventa, bajo mi permiso desde luego, una historia catastrófica de algo que no sucedió.

En otros artículos ya he hablado sobre lo mucho que la meditación cambió mi vida de manera positiva, así que una vez más, recomiendo que realices meditación.

Con la meditación, el Dalai Lama asegura que: “veo que a medida que envejezco muchos de los problemas que enfrento son más graves y mis responsabilidades más arduas, pero mi mente se vuelve cada vez más tranquila”.

Pero no te preocupes sino te gusta la meditación. Busca lo que te hace estar mejor a ti. Volvemos al tema de la idea del éxito y felicidad, lo cual es personal. Cada uno de nosotros tiene sus factores de ansiedad. Encuentra los tuyos e intercámbialos por tu chispa.

Y recuerda:

“No eres el trabajo que haces; eres la persona que eres” Toni Morrison

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Graciela Sandoval
Literatura. Naturaleza. Meditación. Viajes. Música. Tortugas. Feminista. Prefiero los puntos que las comas.